Europa enciende las alertas ante una creciente ola de interferencias en los sistemas GPS de vuelos comerciales y militares, especialmente en el flanco este del continente. Desde los mares Báltico y Negro hasta aeropuertos clave de países fronterizos con Rusia y Bielorrusia, se ha registrado un repunte preocupante de ataques electrónicos que ponen en riesgo la navegación aérea. La situación se agravó este domingo cuando el avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, experimentó fallos en sus sistemas de navegación al aproximarse a Bulgaria durante una gira por siete países del este.
Las autoridades búlgaras, respaldadas por Bruselas, apuntan directamente al Kremlin. “Desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022, hemos detectado un notable incremento en la manipulación del GNSS (Sistema Global de Navegación por Satélite)”, alertó Paula Pinho, portavoz jefa de la Comisión Europea. Los ataques se han extendido desde Finlandia hasta Chipre, afectando a aeronaves civiles, aviones oficiales e incluso embarcaciones. La preocupación crece al observar que estos incidentes no solo son persistentes, sino también cada vez más sofisticados.
No es la primera vez que altos funcionarios europeos son blanco de este tipo de interferencias. El exsecretario de Defensa británico, Grant Shapps, también vivió una situación similar en 2024 sobrevolando las cercanías de Kaliningrado, uno de los focos principales de estas acciones electrónicas hostiles. “Rusia tiene capacidades avanzadas de interferencia desplegadas en Kaliningrado y a lo largo de todas sus fronteras occidentales”, advirtió David Stupples, experto en guerra electrónica de la Universidad City St. George’s de Londres.
La magnitud del fenómeno es alarmante. Solo en junio de 2025, Lituania reportó más de 1.000 incidentes de interferencias GPS, un aumento de 2.200% respecto al mismo mes del año anterior. En Estonia, el 85% de los vuelos comerciales fueron afectados. Polonia, por su parte, registró 2.732 casos de sabotaje o suplantación de señal satelital en enero. Una carta enviada por los ministros europeos en mayo confirma lo que muchos ya temen: Europa está siendo objeto de una guerra electrónica silenciosa, pero cada vez más peligrosa.
