El vínculo entre cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos se ha fortalecido gracias a estudios recientes de la organización World Weather Attribution. Científicos como Clair Barnes afirman que la evidencia no deja lugar a dudas: las olas de calor, los huracanes y las inundaciones que hoy golpean con mayor frecuencia y severidad son consecuencia directa del aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Las investigaciones se centran en modelos que comparan escenarios con y sin intervención humana, revelando incrementos sustanciales en la probabilidad y magnitud de eventos extremos. Por ejemplo, la reciente ola de calor en Europa habría sido prácticamente imposible sin la influencia del cambio climático inducido por la actividad humana.
Este tipo de hallazgos fortalece los argumentos para acelerar políticas de mitigación y adaptación, especialmente en países vulnerables. Organismos internacionales insisten en que no se trata solo de reducir emisiones, sino también de diseñar sistemas de alerta temprana y resiliencia comunitaria ante fenómenos que ya no son excepcionales, sino recurrentes.
